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domingo, 23 de diciembre de 2012

Todo ha cambiado

Parece mentira que ya hayan pasado 366 días, dado que este año ha sido bisiesto. Las navidades han cambiado mucho en los últimos años. Casi diría que no es Navidad. Aquéllos veinticuatro de Diciembre en los que la familia se reunía para cenar. Aquéllos veinticuatro de Diciembre en los que todos cantábamos villancicos tras la cena, con las panderetas y la zambomba. Aquéllos veinticinco de Diciembre en los que la familia al completo se reunía para almorzar todos juntos. Aquéllos veinticinco de Diciembre en los que no faltaban las risas, el amor, los villancicos y las trufas de la abuela. ¿Dónde se quedó todo aquello? ¿Dónde se quedaron nuestras ganas? Se fueron con ellos. Y tú, querido lector, ahora me dirás que ellos nos cuidan desde allá donde quiera que estén, que velan por nosotros y nos protegen. ¿Crees que eso sirve de consuelo? No, claro que no.

Envidio vuestras ganas de Navidad. Este año no nos queda de eso. Faltan el árbol de Navidad y el portal de Belén en el salón, faltan las luces que anuncian la llegada de estas tan señaladas fechas, falta el cartel de "Ha nacido el niño" en el balcón. Pero, sobre todo, faltan nuestras ganas. Añoro aquéllos tiempos en los que esperaba ansiosa la llegada de estas fechas, aquéllos tiempos en los que miraba el calendario y contaba cuántos días faltaban para Noche Buena. Todo eso ya quedó atrás. Miro hacia atrás y me pregunto cómo pueden faltarme ganas para mi época favorita el año. 

Envidio a todo aquél que se ríe de sus propios males, a aquél que se toma todo a bien, que ve todo de forma positiva. Felicidad, ¿dónde te has metido? Mañana habrá demasiadas lágrimas, y muchas serán mías. Lágrimas como las que ahora surcan mis mejillas.

martes, 18 de diciembre de 2012

Mil novecientas historias

Dicen que viviremos más de 1900 historias de amor antes de encontrar la definitiva. Pero, con 'historias de amor', ¿a qué se refieren?

Imagino que yo no soy la única persona en este planeta Tierra a quién le ha gustado algún chico en alguna ocasión y que ha tenido miedo a decirle lo que sentía. Quién sabe si ese chico sentía lo mismo por mí, pero, en caso de que lo hubiera sentido, ¿no sería una más de las muchas historias de amor que vivimos antes de encontrar la definitiva? Quién sabe si lo nuestro es una historia que dio comienzo hace ya algún tiempo atrás, que aún no ha llegado a su fin aunque hayamos comenzado ambos otras nuevas historias, y que algún día, más tarde o más temprano, acabaremos juntos de algún modo, terminando de dar comienzo a nuestra historia de amor definitiva. Puede que suene algo extraño, pero lo que estoy diciendo con esto no es nada imposible. Visto de otro modo, en el caso de que ese chico no hubiera sentido lo mismo por mí, ¿no sería una triste historia de amor más?

Con 'historias de amor', quizás se refieran también a todas esas historias de amor que al final nunca llegan a nada. Y con esto me refiero a cuando te gusta alguien y a ese alguien también le gustas tú, pero tras quizás alguna que otra cita y quién sabe si algún que otro beso, termináis por tomar caminos diferentes. ¿Será este caso otra de las otras tantas historias de amor que vivimos antes de la definitiva?

Ahora siempre me pregunto cómo sabremos si la historia de amor que estamos por comenzar será la definitiva, porque lo de que sean 1900 historias, me parece tan sólo un número cualquiera más, un mero número que alguien un día puso como ejemplo, y que otro alguien lo tomó literal.

viernes, 14 de diciembre de 2012

Primera Navidad sin ti

13 de Noviembre del 2.012, una fecha que jamás olvidaré. Jamás de los jamases. Ese fue el día en que nos dejaste, y, aunque parezca mentira, ya hace un mes de aquello. La imagen de mis padres y mi prima entrando en casa, la voz de mi madre al teléfono... Sólo hizo falta que dijeran las palabras abuelo, y médico. Ya eché a llorar. No podía dar crédito. Tú, querido abuelitito, nos habías dejado. Ya nunca más volverías, y el pensar que no volveré a abrazarte, a ver tu sonrisa, que no volverás a reñirme, ni a decirme esas cosas que siempre me decías me hiere. Siempre fui tu "pescaíto", y nunca dejaré de serlo. Puede que parezca una tontería, pero cada vez que veo una foto tuya, susurro un "te quiero", un "te quiero" que me hace bien pensar que escuchas. Ya se que no. También se que no te llegará esto, pero aún así lo escribo, me siento bien haciéndolo, de alguna forma me acerca a ti.
Abuelo, ya huele a Navidad, ya están las calles de la ciudad adornadas con sus luces y demás adornos, y no estás aquí con nosotros. No se cómo afrontar esta Navidad sin ti, nuestra primera Navidad sin ti. Siempre supe que algún día llegaría el momento, pero prefería no pensar en ello. ¿Recuerdas, abuelo, cuando de pequeña al subir las escaleras de tu casa por ésta época del año os decía a la abuela y a ti que olía a Navidad? Qué cosas las mías... También pensaba que la "magia" de la Navidad salía por el respiradero que había en la escalera. Cada año lo decía, y no he de cambiar de opinión ahora. Todas las navidades nos llevabais a mi hermana y a mí a ver belenes por el centro. Me encantaba, merecía la pena esperar aquellas interminables colas. Siempre te hizo ilusión la cabalgata de Reyes del día 5, cada año nos recogíais en casa tú y la abuela para llevarnos a mi hermana, a mamá y a mí, ¿lo recuerdas? Parecías un niño pequeño cogiendo caramelos conmigo y mi hermana. Qué recuerdos... ¿Sabes? Apareces en cada buen recuerdo bueno que tengo de mi infancia, será porque siempre estábamos juntos. Te echo tantísimo de menos... Espero, algún día, reencontrarme contigo y poder darte el abrazo que tantas ganas tengo de darte.
Ahora no se si podré evitar las lágrimas estas fiestas, y sólo espero que no pongan tu villancico favorito, en ese caso no podré evitar llorar como lo hago ahora mientras escribo esto. Espero que estés bien allá donde quiera que estés, nosotros estamos todo lo bien que podemos estar. Te quiero.

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Goodbye light, goodbye hopes

Ahora mismo me pondría a escribir. En este mismo instante. En este momento. Pero saldría algo tan extremadamente triste, que prefiero no hacerlo.

No me pidas que sonría. Ahora no. No tengo ganas de reír. Y eso implica que mis ganas de sonreír y seguir se esfumaron. No digas que no tengo razones, porque de eso me sobra. Un año. Un año sufriendo sin parar. Un año de penas, dolor, pérdidas, desamor, golpes, más y más dolor. Un rayito de luz entra por mi ventana. Desaparece. Al tiempo vuelve convertido en esperanza. Se desvanece en la nada. Aparecen personas que parecen traer algo de luz y esperanza. Pasa poco tiempo y la luz y la esperanza salen corriendo de mi vida. No me digáis que no pierda la esperanza, porque ya de eso no me queda. Pasan los días, las semanas, algunos meses... Al parecer a la luz le gusta hacerme cortas visitas. Le sigue la esperanza. La luz se esfuma al pasar poco más de una semana. La esperanza esta vez aguanta. Y ¡PUM!. Más dolor. Esta vez más agudo. Nada ni nadie conseguirá aplacarlo. No al menos en un largo tiempo. Un adiós que nadie ha decidido hace su aparición. Intentamos despedirnos sin que sea realmente una despedida. Unas cartas enviadas a la nada cuyo destinatario no leerá nunca. O, al menos, eso creo yo. Esas cartas logran aplacar levemente el dolor. Este "adiós" nos une más. Momentos de lucidez. Momentos de recaídas. Los malos momentos superan a los buenos. Ya os dije que de aquí no saldría nada bueno. Tan solo es una de muchas otras formas que me ayuda a soltar todo lo que llevo dentro. Un grito interior. Ese grito quiere salir. Se atasca. Vuelve a intentarlo. De nuevo falla. Suena música. El grito sale con ayuda de la canción a todo volumen. La música lo camufla.

Todo esto parece un maldito laberinto sin salida. ¿Alguien me guía? No. Nadie. Camino sola buscando una salida a tanto dolor. A tanto sufrimiento. Al final del camino se ve algo de luz. Tiene el tamaño de una motita de polvo. Ando, ando y ando y la luz parece estar cada vez más lejos. ¿Lograré alcanzarla algún día?

lunes, 3 de diciembre de 2012

Ella:
 Se que ha pasado mucho tiempo desde mi marcha, pero estaba reuniendo el valor suficiente para darte las explicaciones que nunca logré darte. La razón de este e-mail no es exculparme, si no pedirte perdón. Perdóname por irme así de casa, de la noche a la mañana sin decirte nada y dejando una nota tan fría. Como ya sabes, nunca fui amiga de las despedidas. Perdón por no quererte como merecías, por no esperar a que volvieras a casa para darte mis razones antes de marcharme. Gracias por todo lo que me diste. Me conoces mejor que nadie, siempre me cuidaste, me diste amor y yo te abandoné. Lo siento, perdóname. Nunca podré perdonarme a mí misma.
Aún no se si fue la rutina, si fue el estrés o las ganas marchitas. Simplemente, se que yo no te merecía. Después de todo lo que pasó me mandas flores por mi cumpleaños. Flores que no merezco. Me sorprendió abrir la puerta esta mañana y ver al repartidor. Quise pensar que eran tuyas, y para mi sorpresa así era. Persona que no te felicitara por tu cumpleaños, pensé que no querías saber nada de mí. Ahora veo que me equivocaba.
¿Cómo siguen tus padres? Imagino que muy contentos con tu primera sobrina. Por cierto, ayer tuve el placer de conocerla. Me encontré a ella y a tu hermana en la cafetería que solíamos frecuentar contigo. Cuídalas, te necesitan.
No me quiero enrollar más, pero antes de enviar tengo que decirte cuánto te echo de menos y, que en estos meses, me he dado cuenta de cuánto te quiero.


Él:
Tu no tuviste la culpa de todo lo que pasó. Ni tu, ni yo. Simplemente no pudimos con la situación. Apenas nos veíamos, y el poco tiempo que pasábamos juntos discutíamos. Quizás hubiera sido más duro para los dos que me esperaras en casa para irte, tomaste la decisión correcta. Intenté llamarte, pero saltaba el maldito contestador. Día tras día miraba a la puerta esperando que volvieras. Nunca volviste. No logro hacerme a la idea de que ya no estés en mi vida, me gustaría que, al menos, fueras mi amiga. ¿Recuerdas aquél tiempo en el que no éramos más que amigos? A veces pienso que no nacimos para estar juntos, si no para ser los mejores amigos que jamás ha habido.
No tienes que pedirme perdón. Perdóname tu por nunca escucharte. Me hablabas, y yo no te prestaba atención. Eso hizo que todo cambiara. Llamabas mi atención y yo no te la prestaba. No se quién es más culpable de los dos.
Mis padres están bien, como siempre. Empiezan a tener algún que otro achaque, pero nada grave. Con el "cuídalas" deduzco que Sophie te contó lo ocurrido. La pequeña ha logrado sacarme de mi agujero, me devuelve la sonrisa aunque sólo sea por unos minutos. Y tu familia, ¿cómo siguen? Hace cosa de dos o tres meses que no hablo con tu hermano.
Dicen que el tiempo y la distancia nos hace valorar lo que tenemos. Y eso ha de ser lo que nos ha ocurrido, nos dejamos de valorar el uno al otro. Nos acostumbramos a la compañía el uno del otro, a hacerlo todo a una, y ahora que no estamos juntos, todo ha cambiado. He de reconocer que te echo de menos desde el primer instante, desde el momento en el que leí tu notita. Nunca he dejado de quererte. Nunca. ¿Qué te parece que nos veamos el próximo domingo en la cafetería de siempre a eso de las cinco? Como en los viejos tiempos.