Y, de repente, todo cambia...

Cuando menos lo esperas, llega alguien que te devuelve la sonrisa. Alguien que esperas que haya llegado a tu vida para quedarse.
Las mariposas han vuelto a mi estómago, y con más fuerza que nunca. El corazón me va a más de mil por hora, y no paro de reír. Hasta hace nada no sabía que existías, y en tres semanas escasas te has ganado por entero mi amor. ¿Quién nos iba a decir la primera vez que hablamos que estaríamos así a día de hoy? Nadie. Absolutamente nadie. Lo único que se es que has llegado a mi vida convirtiéndote en el motor de la misma. Aún no se cuándo, cómo ni por qué, lo único que se es que me enamoré de ti. Todo va tan extremadamente rápido que no me estoy dando ni cuenta.

Todo es muy bonito, sí, pero tengo miedo. Y lo sabes. Sabes que tengo miedo de quererte demasiado, pero, a la vez, de no quererte suficiente. Que tengo miedo de perderte, de que mi corazón se rompa el mil pedazos o, peor aún, que el que se rompa sea el tuyo; miedo de no saber quererte como te mereces, de no poderte abrazar, besar o ni siquiera poderte ver nunca más. Pero todos esos miedos desaparecen cuando estoy contigo. Y, en su lugar, queda felicidad. Bonita palabra. Puede que suene extraño, pero hacía tiempo que no me sentía así , FELIZ. Es demasiado bonito para ser real. Todo esto parece un sueño, un bonito sueño del que no quiero despertar. Tan sólo quiero besarte, abrazarte y perderme en ti...



Le doy las gracias al creador de WhatsApp por hacer más corta la distancia que nos separa, unos diez kilómetros que se hacen más pequeños. Es como estar contigo, pero sin ti. 




El 2012 se esfumó, y el 2013 llegó trayéndome tu amor.

"Éste insomnio placentero..."