Recuerdo el día en que nos conocimos como si fuese ayer. Algo me llevó hasta aquél centro comercial, no sabía muy bien el qué, pero lo descubrí con el tiempo. Justo cuando salía de allí coqué con él, con su mirada azul, con su sonrisa. Todo en mí cambió en ese instante. Perdí la noción del tiempo, cuando me quise dar cuenta era de noche y estaba en un bar cercano con él, con un completo desconocido hasta hacía apenas unas horas. Se hacía tarde y tenía que cruzar en bus la ciudad para llegar a casa, y si no me daba prisa, perdería los últimos autobuses. Nos despedimos intercambiando nuestros números y con la promesa de volver a vernos pronto. Unos días después volvimos a vernos, no había pasado ni una semana y hablar con él a todas horas se había vuelto una especie de droga. Estaba más nerviosa que en mi primera cita unos años atrás, había tardado en arreglarme más de tres horas y dejé mi habitación hecha un auténtico desastre, con montones de ropa por todos los rincones. Parecía una niña tonta bajo los efectos del primer amor, quizás fuera porque estaba falta de cariño. Llegué temprano para mi sorpresa y también para la de él, que llegaba un poco tarde. Las semanas consecutivas nos la pasamos hablando por chat, y yo, para qué negarlo, necesitaba verlo. Quedé en esperarle a la salida de la uni para ir a comer a su casa, que estaba sola dado que sus padres estaban fuera. Había habido coqueteo entre ambos desde el día que nos conocimos, pero nunca habíamos llegado a nada, ni tan siquiera un simple beso. Hasta ese día. Abrí el frigo y al cerrarlo, me topé con su boca a escasos milímetros de la mía. Sentí cómo el universo se detenía mientras saboreaba sus labios. Perdimos el control de nuestros cuerpos, la ropa sobraba y dando tumbos por el piso llegamos hasta su cuarto. Estaba nerviosa, pero, a la vez, me sentía segura. Nunca había tenido tantas ganas de fundir mi cuerpo con otro y, al parecer, no era la única.
Esos encuentros se volvieron cada vez más frecuentes, hasta que un día, sin saber cómo ni por qué, dejamos de vernos. Mi cama se volvía grande sin él, mi piel estaba fría sin sus caricias, mi pelo no se enredaba entre sus dedos, mis labios necesitaban los suyos y yo, necesitaba su amor. Pasaron meses antes de que volviéramos a hablar, él siguió su camino y yo intentaba dar con el mío, cuando un día, por sorpresa, me habló por chat. Ahora él tenía su vida, su pareja, y yo tenía mi vida, mi chico y mis problemas. Nada nos unía salvo aquéllos sentimientos que seguían vivos en nosotros en forma de recuerdos. No perdimos el contacto, pero no volvimos a hablar hasta unas semanas después, nuestras vidas habían cambiado de forma que ninguno esperaba. Volvíamos a estar solos; la misma soledad que un día nos unió, volvía a juntarnos.
Ni contigo ni sin ti, esa era de nuevo nuestra vida. Mis dedos temblorosos recorrían una espalda conocida, mis labios saboreaban a aquéllos otros que tanto habían anhelado, volábamos de la mano de nuevo juntos...
PD: Como tú mismo me dijiste," Sólo somos malvados y crueles y despiadados juju".
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