Sonaba El Canto Del Loco, yo te observaba cocinar desde el sofá entre risas. Tu torso desnudo me invitaba a tocarlo. Dejé de cantar, sigilosamente me acerqué a ti por detrás y te abracé. Empezamos a reír, cantar y bailar por la cocina y el salón. Nuestros latidos cada vez más rápidos y fuertes, nuestras ganas de amarnos aumentaban de forma escandalosa. Caímos al sofá y, allí, con La suerte de mi vida sonando, nos amamos.
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