Hoy han vuelto a preguntarme por él. No supe qué contestar una vez más. Podría decirse que le he empezado a olvidar, empezado... Todo lo que empieza tiene un fin, solo que algunas veces ese final tarda más en llegar. Me gustaría ser capaz de continuar a la deriva, donde me lleve la corriente, enganchándome con cada tío que me cruce por el camino, pero no puedo, no me sale. Él continúa de cierta forma dentro de mí. Era demasiado bonito para ser verdad, parecía un sueño del que temía despertar. Me estampé contra el suelo y el dolor me despertó.
"Tomar decisiones y atenerse a las consecuencias. Así de simple. Así de complicado", leí un día en alguna parte. La vida me enseñó a aprovechar al máximo las oportunidades, y eso trato de hacer.
Un amor del pasado llama a mi puerta de una forma escandalosa. Yo permanezco frente a ella temerosa de que consiga echarla abajo. Temerosa, sí. Tengo miedo. ¿Miedo a qué? Miedo a todo. Miedo a nada. Miedo a lo desconocido, miedo al pasado, miedo al amor y al desamor, miedo a intentarlo y, de tanto intentarlo, volver a fallar. Qué sé yo. No me entenderéis, no me entiendo ni yo. No sé lo que quiero, no sé quién soy ni a dónde voy.
Alguien dijo una vez que "el amor es el único sentimiento que puede mover al mundo y a tu corazón". Uno de los otros tantos intentos de describir lo indescriptible. El amor. Bonita palabra. Amor. Bonito sentimiento. Amor. ¿O quizás no? Quién sabe. El ser humano persiste en describir lo indescriptible, se empeña en explicar algo que puede que nunca haya sentido. ¿Cómo explicar algo que no entiendo? Yo, sinceramente, no entiendo el amor, el amor en general. El sentimiento de amor, la acción de amar. Probablemente nunca lo entienda.
"Que si te van a querer a ratos, es mejor que no te quieran".
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