Cómo no pude darme cuenta que hay ascensores prohibidos, que hay pecados compartidos, y que tú estabas tan cerca.
Me disfrazo de ti, te disfrazas de mí. Y jugamos a ser humanos en esta habitación gris.
Muerdo el agua por ti. Te deslizas por mí. Y jugamos a ser dos gatos que no se quieren dormir.
Mis anclajes no pararon tus instintos, ni los tuyos, mis quejidos. Y dejo correr mis tuercas y que hormigas me retuerzan.
Quiero que no dejes de estrujarme sin que yo te diga nada. Que tus yemas sean legañas enganchadas a mis vértices.
[...]
No sé qué acabó sucediendo, sólo sentí dentro dardos. Nuestra incómoda postura se dilató en el espacio.
Se me hunde el dolor en el costado, se me nublan los recodos, tengo sed y estoy tragando, no quiero estar a tu lado.
[...]
Me moriré de ganas de decirte que te voy a echar de menos... Y las palabras se me apartan, me vacían las entrañas.
Finjo que no sé, y que no has sabido. Finjo que no me gusta estar contigo... Y al perderme entre mis dedos te recuerdo sin esfuerzo.
Me moriré de ganas de decirte que te voy a echar de menos...
- Zahara
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