"Contra esos ojos no puedo competir", dijo él haciendo que mi corazón diera un vuelco. Se marchó y me dejó allí sola. Gané. Pero no recuerdo a qué. Le seguí. Perdí su rastro por un instante. Risas y alguna que otra lágrima retenida. Confesiones. No sé muy bien por qué, pero sentía que podía confiar en ellos. Preguntas indiscretas. Recordar lo vivido con anterioridad y sentir una punzada en el corazón. "Si me lanzo me caeré, ¿verdad?", preguntó. Atónita, no supe qué contestar. Dejé que hablara el silencio por mí, aparté la mirada y me fui. Llegas tarde, tal vez si hubieses aparecido un poco antes... Proposiciones indecentes. Alguna que otra grata sorpresa. Otras no tan gratas. Un adiós que no llegó. Abrazos de despedida. Un "gracias por este día" que jamás tendré forma de dar como se merecen.
Gracias por
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