Ella:
Se que ha pasado mucho tiempo desde mi marcha, pero estaba reuniendo el valor suficiente para darte las explicaciones que nunca logré darte. La razón de este e-mail no es exculparme, si no pedirte perdón. Perdóname por irme así de casa, de la noche a la mañana sin decirte nada y dejando una nota tan fría. Como ya sabes, nunca fui amiga de las despedidas. Perdón por no quererte como merecías, por no esperar a que volvieras a casa para darte mis razones antes de marcharme. Gracias por todo lo que me diste. Me conoces mejor que nadie, siempre me cuidaste, me diste amor y yo te abandoné. Lo siento, perdóname. Nunca podré perdonarme a mí misma.
Aún no se si fue la rutina, si fue el estrés o las ganas marchitas. Simplemente, se que yo no te merecía. Después de todo lo que pasó me mandas flores por mi cumpleaños. Flores que no merezco. Me sorprendió abrir la puerta esta mañana y ver al repartidor. Quise pensar que eran tuyas, y para mi sorpresa así era. Persona que no te felicitara por tu cumpleaños, pensé que no querías saber nada de mí. Ahora veo que me equivocaba.
¿Cómo siguen tus padres? Imagino que muy contentos con tu primera sobrina. Por cierto, ayer tuve el placer de conocerla. Me encontré a ella y a tu hermana en la cafetería que solíamos frecuentar contigo. Cuídalas, te necesitan.
No me quiero enrollar más, pero antes de enviar tengo que decirte cuánto te echo de menos y, que en estos meses, me he dado cuenta de cuánto te quiero.
Él:
Tu no tuviste la culpa de todo lo que pasó. Ni tu, ni yo. Simplemente no pudimos con la situación. Apenas nos veíamos, y el poco tiempo que pasábamos juntos discutíamos. Quizás hubiera sido más duro para los dos que me esperaras en casa para irte, tomaste la decisión correcta. Intenté llamarte, pero saltaba el maldito contestador. Día tras día miraba a la puerta esperando que volvieras. Nunca volviste. No logro hacerme a la idea de que ya no estés en mi vida, me gustaría que, al menos, fueras mi amiga. ¿Recuerdas aquél tiempo en el que no éramos más que amigos? A veces pienso que no nacimos para estar juntos, si no para ser los mejores amigos que jamás ha habido.
No tienes que pedirme perdón. Perdóname tu por nunca escucharte. Me hablabas, y yo no te prestaba atención. Eso hizo que todo cambiara. Llamabas mi atención y yo no te la prestaba. No se quién es más culpable de los dos.
Mis padres están bien, como siempre. Empiezan a tener algún que otro achaque, pero nada grave. Con el "cuídalas" deduzco que Sophie te contó lo ocurrido. La pequeña ha logrado sacarme de mi agujero, me devuelve la sonrisa aunque sólo sea por unos minutos. Y tu familia, ¿cómo siguen? Hace cosa de dos o tres meses que no hablo con tu hermano.
Dicen que el tiempo y la distancia nos hace valorar lo que tenemos. Y eso ha de ser lo que nos ha ocurrido, nos dejamos de valorar el uno al otro. Nos acostumbramos a la compañía el uno del otro, a hacerlo todo a una, y ahora que no estamos juntos, todo ha cambiado. He de reconocer que te echo de menos desde el primer instante, desde el momento en el que leí tu notita. Nunca he dejado de quererte. Nunca. ¿Qué te parece que nos veamos el próximo domingo en la cafetería de siempre a eso de las cinco? Como en los viejos tiempos.